LA ATENCIÓN EN NIÑOS DE EDUCACIÓN INFANTIL - PSICOLOGÍA

La atención es un proceso que incrementa el grado de activación o alerta del sujeto, facilitando la entrada de la información y la distribución de recursos para su procesamiento.

La atención ejerce una función selectiva inhibiendo unos estímulos y focalizando sobre otros, que es fundamental para la calidad del procesamiento, ya que éste depende de que el sujeto haya seleccionado todos los elementos que son relevantes para la ejecución de la tarea que se le plantee.

La atención está directamente relacionada con el estado fisiológico del individuo y con su nivel de desarrollo así como con sus motivaciones e intereses, de modo que es posible mejorar la atención interviniendo en todas categorías de variables.


Entre los factores fisiológicos destacan el cansancio y el sueño, así como las deficiencias sensoriales, sobre todo visuales y auditivas, dificultando el posterior procesamiento. El nivel de desarrollo también es una variable que inciden en la atención. Los niños/as más pequeños se distraen con sostener su atención en torno a una misma tarea durante largos períodos de tiempo, de modo que orientan con facilidad su atención hacia los estímulos nuevos que aparecen en su entorno. Obviamente, las probabilidades de aprendizaje son mayores cuando el sujeto es capaz de dedicar más tiempo al procesamiento de un contenido, aunque la atención es condición necesaria, pero no suficiente para garantizar un buen procesamiento.

 El verdadero cambio cualitativo en la atención se consigue con la aparición del lenguaje, porque el niño/a es capaz de "sostener" la atención durante más tiempo y porque es capaz de "controlar" esa atención. Luria (19759 y Vygostky (1978) consideran que esto es posible, alrededor de los tres años y gracias al dominio del lenguaje, que tiene entre otras la función fundamental de controlar la conducta. Dentro del mismo nivel de desarrollo existen también diferencias individuales, de modo que dentro de una misma etapa encontramos alumnos con diferente capacidad atencional, destacando sobre todo las asociadas al estilo cognitivo.

Los niños/as reflexivos obtienen mayores porcentajes de respuestas que los niños impulsivos en pruebas de atención. Por esta razón, la intervención en este campo está orientada a enseñar al niño/a comportamientos más reflexivos y a orientar o regular la atención hacia los elementos más relevantes de la tarea. La atención depende también de las características del estímulo; los estímulos que destacan de su entorno, los estímulos en movimientos, los estímulos humanos sobre los objetos, captan con más facilidad la atención del observador. Por otra parte, la atención como proceso cognitivo no puede desligarse del contexto intrapsíquico del sujeto, es decir, de sus motivaciones, interese, hábitos y de su propia personalidad y esquemas previos (Vega, 1984).

De este modo, el nivel de atención será mayor cuando los estímulos presentados sean acordes con las motivaciones. La atención puede ser voluntaria e involuntaria. La atención involuntaria es la que dirigimos hacia un objeto sin proponérnoslo y depende de las características del objeto; así, por ejemplo, volvemos la cabeza para atender al oír un golpe fuerte, o nos fijamos en una luz que se enciende en la oscuridad.

La atención voluntaria responde a un interés por centrar la atención en el objeto que voluntariamente se ha elegido, independientemente de las condiciones ambientales. Requiere esfuerzo por parte del sujeto si el estímulo es poco atrayente. El niño/a pequeño durante el proceso de maduración pasará de manejar una atención involuntaria o dependiente a una atención voluntaria guiada en función de su interés. Para que este paso se dé es necesaria la intervención del adulto, que hará que fije su atención sobre determinados objetos. El niño/a irá consiguiendo una atención más selectiva a medida que vaya creciendo y podrá mantenerla durante más tiempo en una actividad. Podrá atender a situaciones más complejas, más abstractas, cuando anteriormente sólo podía mantener su atención sobre situaciones concretas.

Los trastornos de la atención voluntaria se manifiestan porque el sujeto se ve atraído fácilmente por cualquier estímulo accesorio y resulta imposible centrar su atención. Estos trastornos pueden tener un origen orgánico (lesión en el cerebro) y ser permanentes, pero también pueden ser transitorios, debidos a estados del sistema nervioso que resultan del agotamiento y de intensas emociones. Las posibilidades de mejora de la atención se deben a que la atención es un proceso susceptible de control voluntario, y si bien esta posibilidad de control va asociada al desarrollo también existen programas de intervención que han logrado mejoras estables en el control atencional de los estudiantes.

 Meichembaumn logra exitosos resultados modificando el estilo cognitivo de los estudiantes y enseñándoles estrategias generales orientadas a modificar su estilo cognitivo haciéndolo más reflexivo. Otras estrategias para la mejora de la atención utilizan actividades extracurriculares, básicamente juegos. Además de los programas mencionados, es conveniente que el docente aplique en el contexto escolar una serie de consideraciones que se derivan de las investigaciones que sobre los procesos atencionales hemos mencionado.

Entre otras mencionaremos: Mejora la atención: o Acondicionar los lugares de trabajo. o Cuidar las características físicas de los materiales de aprendizaje: complejidad, vistosidad, sorpresa, misterio... o Ajustar la duración y momento de la realización de las tareas a la condición física de los alumnos y alumnas. o Ajustar las tareas a la motivación y a los alumnos/as y ampliar sus intereses. o Utilizar una metodología participativa. o Favorecer progresivamente el autocontrol del alumno/a dando tiempo para la reflexión. o Transmitir como docentes entusiasmo y confianza.

Información recopilada: "La atención de los niños y niñas en educación infantil" - Maria Valle (2013)

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